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Mi pasión por escribir


Empecé a escribir cuando era una niña. Por entonces yo devoraba un libro cada dos días y me perdía en esos mundos en los que yo habitaba con mi imaginación. Así fue como crecí leyendo todas las historias de los Hollister y de los cinco. A medida que crecí fui leyendo libros para adolescentes, novelas, ensayos y hasta el día de hoy no he parado de leer; y es que leer nutre el alma, la creatividad y te ayuda a conocerte a ti misma.


Mi pasión por la escritura fue siempre más grande que la de la lectura y llenaba cuadernos enteros con mis pensamientos y con poesias. Sí, también fui una niña que llenaba diarios personales y que se presentó a muchos concursos de poesia. Casí siempre me llevaba el primer o segundo premio y mis profesores me alentaban a dedicarme a la escritura.


Lo cierto es que nunca dejé de escribir, aunque no fue hasta la adultez que empecé a tomar algunos cursos de escritura. A mis padres, como a muchos otros, no sienten empatía por los sueños ajenos si éstos no se ajustan a lo que ellos creen que "deberías" hacer o a lo que te "deberias" dedicar. Lo cierto es que no importó. Yo no he dejado nunca de escribir por el puro amor de escribir. Siempre he tenido infinidad de libretas he seguido llenando sus páginas hasta hoy que tengo 58 años.


De hecho, tengo que decirte que parte de mi rutina matutina es escribir en mi diario y, a lo largo del día, pese a que soy escritora y escribo todos los días para crear mis libros, también dedico tiempo a hacer ejercicios de escritura creativa por el puro placer de escribir a la vieja usanza; a mano. Sí, hay diferencias a nivel cerebral y emocional en escribir a mano que escribir con el portátil y yo trabajo con ambas cosas. De hecho, cuando escribes a mano, es más fácil dejarte llevar y sacar todo lo que llevas dentro. Creeme, escribir es algo muy terapéutico y sanador.


Como escritora y apasionada de la palabra escrita, soy una amante de las libretas y los bolígrafos; en realidad no me sirve cualquier cosa, tengo que sentir el deseo de que quiero llenar esas páginas en blanco.


Siempre he sido bastante rebelde y, como no podía ser de otro modo, después de formarme en cursos de escritura y de haber, por un lado aprendido técnicas y ejercicios útiles y por otro, haberme dado cuenta que eran cosas, que ya sabía porque son cosas que he aplicado siempre al escribir, también me di cuenta de que me gusta ser escritora, no el concepto que se ha creado sobre un escritor.


Me apasiona y amo escribir. De hecho, cuando estoy en el proceso de escritura de un nuevo libro, puedo pasarme 10 o 12 horas escribiendo y al final del día tengo la sensación de que el tiempo ha pasado muy deprisa y quisiera que el día tuviera más horas para seguir escribiendo. Me gusta obsesionarme con lo que estoy escribiendo y vivirlo, como si yo fuera la protagonista de esa novela o como si estuviera escribiéndolo para mí. De algún modo es así, porque para mí escribir ha sido la terapia más sanadora y la que me ha permitido crecer más como persona, en lo personal y en lo profesional.


Las creencias limitantes del mundo te gritan que no se puede vivir de ser escritor. A mí me hace mucha gracia cuando conozco a alguien y le digo que soy escritora. Su primera pregunta es: ¿Y puedes vivir de lo que escribes? Al principio era un poco frustrante, como lo era escuchar a mi madre, cada vez que alguien le preguntaba a que me dedicaba yo, oirla decir: Trabaja con el ordenador.


Como canalizadora, muchas personas hacen la pregunta de: ¿Cuál es mi misión de vida? Tenemos el falso concepto de que la misión de vida es algo que alguien nos asignó y que es complicado de llevar a cabo y tenemos la falsa percepción de que va siempre unida a nuestra profesión. Esto no es real. La misión de vida está intrinsacamente unida a tu esencia. La misión de vida es aquello que mas, que te apasiona y nace de tu ser más profundo. A veces se desarrolla como profesión y otras veces como algo que haces en tu tiempo libre y que no tiene nada que ver con la profesión con la que te ganas la vida.


Mi misión es comunicar a través de la palabra. Esto, desde mi mente humana, también me costó de procesar. Yo tengo la gran fortuna de dedicarme a esa misión que traía mi alma. Soy escritora y canalizadora y mi pasión por escribir se impuso a todo lo demás.


La misión que traemos, es aquello que amas tanto, te apasiona tanto y te olvidas del mundo cuando lo estás haciendo, que, aunque nadie te pagara por ello, aunque nadie te leyera y nadie reconociera tu trabajo, tú, seguirias haciendolo toda tu vida. Así que yo me veo cuando sea una anciana adorable de 90 años, sentada en mi despacho escribiendo mis últimos libros.


Muchos lideres o gurus de estos modernos que hay hoy en día te invitan a perseguir la excelencia. Eso está muy bien, ya que siempre tienes que ofrecerle al mundo lo mejor de ti mismo, pero como todo, esto es subjetivo. Así que reflexiona en lo que es la excelencia para ti y después ofrece al mundo tu excelencia personal al mundo.


Si te dedicas a escribir como yo o, has soñado siempre con convertirte en escritor, lanzate. Olvidate de todo lo que te han contado del mundo de la escritura. Escribir es un gozo cuando lo amas y te apasiona y tienes que encontrar tu voz de escritor. En un mundo distorsionado lleno de reglas absurdas inventadas por los propios humanos, si te dejas convencer, nunca escribiras nada.


Vivimos en una epoca en la que gente que quiere ganar dinero está creando libros digitales con inteligencia artificial y no tienen, ni idea de escribir ni tampoco les gusta. Mi consejo: No compres esa basura por muy atractiva que te parezca. Es basura sin alma que pretende hacerte un adicto a las compras compulsivas.


Un escritor pone su alma, sus vivencias, sus emociones, sus experiencias y su pasión cuando escribe. Escribe con propósito. Escribe, reescribe, corrige y hasta que no siente que el propósito con el que ha creado esa obra durante horas, días, meses o años, no la lanza al mundo para compartirla con muchas personas.


Este es el servicio de amor que brindamos al mundo: Nutrirlo con nuestros libros para hacerte crecer, soñar, reir, llorar, asustarte o estar en tensión. El entretenimiento que mueve tus emociones y te aporta cualquier cosa, es servicio.


Yo escribiria igual aunque nadie me leyera. Tengo mi propia voz y tengo claro que no escribo para todo el mundo porque cada persona tiene sus gustos. Escribo lo que quiero, sin seguir pautas establecidas, escribiendo siempre sobre aquello que me mueve y que enciende mi pasión. Me permito explorar diferentes géneros para descubrir nuevos potenciales en mi oficio, creo mundos por los que viajo y me permiten vivir las historias de mis protagonistas y sobre todo, comparto mi ser para que puedas crecer conmigo o a través de mis palabras.


Las palabras son hechizos que crean realidades. No sabemos hasta que punto las palabras que expresamos tienen un poder infinito. Yo creo que ser escritora es el mejor trabajo del mundo y espero que tú sientas lo mismo de aquello a lo que te dedicas.


En un mundo que nos ha domesticado para tener trabajos que nos den dinero y ha obviado que lo importante es la pasión y el amor que le tienes a lo que haces, lo difícil, no es encontrar tu misión o ese servicio único que has venido a brindarle al mundo. Lo difícil es tener el valor de soltar los lastres, desaprender y darle una patada a las creencias que te limitan y lanzarte a por ello.


¡Deseo que tu encuentre tu pasión y le dediques tu vida!


Shanandai Cespón


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